tranvía eléctrico e indiscreto (foto del autor)
CARA A
ha tenido lugar el acontecimiento
Estaba
previsto, bien estudiado, pasadas a limpio las ecuaciones que,
adelantando por la derecha al quantum lírico convencional, son ya la
vanguardia del hit parade de la poiética (y matemática) universal.
Ocurrió.
Hora exacta: medianoche del 28 de mayo de 2020, una hora más verbenera que algorítmica. Un bucle temporal ha tenido lugar: “acontecimientos futuros provocarán acontecimientos pasados que a su vez se provocarán a sí mismos” (Kurt Gödel).
Y, como todo el mundo sabe, esto ocurre a la velocidad de la luz, por lo cual los sentidos, más conservadores que progresistas, no se han percatado. De manera que los particulares, aparentemente, seguimos igual, yendo y viniendo a nuestras cosas, anclados en el mismo tiempo de nuestra muñeca y en mismo lugar de las identidades idénticas.
Porque el efecto del bucle nada tiene que ver con las apariencias: el tiempo se ha partido en dos. En medio, una cortina rasgada, una brecha ni soldada ni cosida, un vacío en loca expansión sigue a su aire, y el tiempo, a la deriva, está fuera de la previsión que la ecuaciones (que yacen en el cementerio de los dioses)) daban a entender hasta ese día.
Esto ha ocurrido aunque no nos estemos enterando de nada.
Ni la ciencia poiética queda indemne al margen de la magnitud del acontecimiento. Está claro:
Antes, un
poema, valga de ejemplo éste:
la rosa me duele
sus pétalos se fueron a su casa
allí donde el perfume
nunca más sabrá de mi
era capaz de movilizar corrientes metafóricas diversas, que al chocar entre sí, iban creando un sentido nuevo (he ahí el poema final) siempre en construcción.
Ese sentido,
hasta el 28 de mayo, aun siendo algo imprevisible por la misma
naturaleza de las contorsiones que las metáforas realizan en las
vías nerviosas, resultaba
coherente en nuestro horizonte ecológico-poiético, por lo que no
generaba efectos demasiado devastadores y el control sobre el
potencial transformador de la poiesis estaba garantizado.
Pero tras el acontecimiento la cosa cambia: el sentido final de un artefacto creativo ha virado, (o se ha pirado, juega con fuego,) se ha psicotizado inaugurando una estructura inaudita que requerirá para su comprensión (comprensión es ya un neologismo) nuevos écrits, y su efectos se desbocan anárquicos y amenazadores, sus trayectorias, cada vez más caóticas y dionisíacas, giran y giran, saltándose los límites de la locura “tradicional” y filosófica.
No queda sino asumir con humildad que nada sabemos de hasta donde puede ir a parar el sentido tras semejante cambio.
¡Cuidado!
A partir de ahora, cualquiera que pretenda escribir un poema deberá
atenerse a las consecuencias. Nadie será arquitecto de su obra, los
planos trazados durante tantas horas de sudor se autodestruirán y su
humo derivará en flujos de comportamiento a-matemático. Nadie podrá
anticipar el camino que sus dedos y sus manos tracen, ni sabrá las
teclas que puedan llegar a tocar.
No llamo al
silencio, ni a la rendición, sólo a la precaución y al bien común.
Pues, tras
el acontecimiento, ya no será posible escribir:
la rosa me duele
sus pétalos se fueron a su casa
allí donde el perfume
nunca más sabrá de mi
y creer que
el mundo va a seguir girando como si nada.
Cuestiones:
a) Góngora y Gödel: Coincidencias y divergencias.
b) ¿Sería necesaria una ley que regulara el control de los efectos de los poemas anónimos guardados en cajones u otros arsenales no declarados?
c) ¿Quiénes deberían ser, en su caso, los ponentes?: poetas laureados, diputados, senadores o científicos de prestigio contrastado. Razonar la respuesta.
Góngora y Gödel estarían de acuerdo en que usted pasara una temporada en la Siberia auténtica, no en la otra.
ResponderEliminarMejor allí que en Babia. En la de toda la vida, se entiende.
ResponderEliminarMe parece acertado que hables de "acontecimiento", y no de hechos o sucesos, que son resultado de una teoría o de una narración. El positivismo, en su afán de apropiarse de las cosas, pretendió fundar la cultura en los hechos y las leyes que los rigen, pero no se percató, precisamente, que tanto hechos como leyes suponen aquello que es irreductible a la lógica y la física. Un poeta sensible a lo que cuentas, dice en La emboscadura: "Uno de los grandes acontecimientos de nuestro tiempo es el giro dado por la filosofía desde el conocimiento hacia el lenguaje; ese giro pone al espíritu en estrecho contacto con uno de los fenómenos primordiales, con un protofenómeno. Esto tiene más importancia que todos los descubrimientos de la física. El pensador penetra en un terreno donde resulta por fin posible establecer una alianza no sólo con los teólogos, sino también con los poetas."
ResponderEliminarGracias por tu comentario, por esa cita tan oportuna.
ResponderEliminarEl lenguaje se escapa, crece, nos construye, siempre extralimitándose. ¡Qué divertido me resulta todo esto! Disparar un cohete en la fiesta y no saber que letra va escribir en el cielo.
Así es, la criatura que se libera del creador, precisamente en el momento de su alumbramiento.
ResponderEliminarLa poiesis y sus efectos imprevisibles. Quizá no sea pertinente citar a unos rockeros, pero aún así... "malos tiempos para la lírica", cuestión de tiempo que haya una ley para los efectos de los poemas guardados en los cajones. El control enfermizo ha asolado con más rapidez que cualquier virus.
ResponderEliminarEsperemos seguir guardando cosas inútiles en los cajones, incluso mejor que los ratones se las coman, que les aproveche, y que no nos toquen las narices quienes quieran meterlas allí.
ResponderEliminarGracias, Robin de los bosques.
1.- Góngora, gárgara, garrapata que no te suelta sino embriagada.
ResponderEliminarGödel escuchaba a Bach mientras veía imágenes de Escher
2.- Siempre que pueda ser ocasión de negocio o que el contenido del cajón pueda estorbarlo habrá de regularse. ¡Faltaría más!
3.- Ninguno de ellos, salvo para salvar las apariencias. Han de ser sustanciosos hombres de negocios, negociantes, maleantes de guante blanco.
Elevo lo dicho a instancias superiores, académicas, mafiosillas y otras que puedan ser pertinentes.
EliminarCitaré la procedencia, por si las moscas.