jueves, 29 de diciembre de 2022

SALÓN FAMILIAR

 




                                          




Un 30 de diciembre, posiblemente el de 1723, J.S.B. reunió a sus hijos y a su esposa en el salón de su casa, les fue llamando uno a uno. No traigáis los instrumentos, les dijo, y una vez todos en torno a él, se subió a una silla, nunca había sido proclive a lo estentóreo, a lo teatral, levantó las manos y dejó dicho que cualquier día iba a ascender a los cielos de donde nunca ya más iba a volver






Sin alas, apenas las manos meciéndose,

diciendo al aire gracias, subiendo,

yéndose tan despacio que no se iba del todo,

diciendo adiós con sus pies casi borrosos de tan altos ya,

adiós, adiós decía todo él, su cuerpo adiós decía,

se iba y nunca volvería, ya nadie me dejará de su mano, decía,

sufrid, sufrid, llevad a buen puerto vuestro dolor cada uno como pueda,

esperad un vuelo último que os saque del infierno,

amad, pero  con pasión, hasta desaparecer en el desprecio, si fuera necesario,

 mirad los pájaros y las nubes en su respectivos vuelos,

levantad las manos, arad en la tierra y recoged los frutos que luego aventareis para que nadie los coma en vano 

y no sintáis piedad por el tirano, aunque la sangre os llame y busquéis amarlo en un oscuro sueño, 

secad las lágrimas de los niños,

abrigaos en las noches, tomad el sol por la mañana abandonándoos a todo, 

dejad lo vuestro desordenado para que el ansia se sacie cuando nada quede,

adiós, adiós mi vuelo final no va a tener fin,

os dejo el silencio, buscad en sus recodos la música  que aún respire.