jueves, 28 de septiembre de 2023

Teoría del amor

 


Si la fantasía fabrica el placer, a falta de casi todo, el amor anula, en una fulguración, la muerte, el dolor extremo, el abandono del principio y del final.

La fulguración es un instante cargado infinitamente de sentido y de pureza. Porque en ese instante se borra la historia, se proyecta una luz sobre la que podrían escribirse las cosas nuevas, liberadas de cualquier opresión y final. Esa luz permanece. Aquella escritura nunca se produce. El amor es, pues, un proyecto, que no deja de reaparecer, pura nada substancial que puntúa lo real de nuestra naturaleza. El amor, siempre por/venir hace posible la lectura del mundo. Incluso la poesía, lo ilegible.

Pero esa nada, esa nada enamorada, podríamos decir, el amor, provee una nueva perspectiva que hace posible la supervivencia humana en la densidad insoportable de lo real. La belleza es posible, es el efecto del trabajo de la nada del amor, una construcción abstraída, abstracta, iluminadora, capaz de hacer posible el deseo de vivir.

Esa nada, ¿racional, ¿irracional?. Como es la proyección de un imposible en lo imposible de vivir está sujeta a una racionalidad nunca establecida. Podemos presuponer que el amor está construido con alguna racionalidad que haga posible una sensación de permanencia, de consistencia, de realidad. Pero es un mero supuesto. El amor es irracional, o sería lógico pensar así, puesto que quiere ganar la partida a la muerte, fundamento de la razón, la razón elevada a la enésima potencia.

El enamorado quiere ser dios. (I)racionalidad extrema, necesaria. En un momento es dios. Puede matar, como dios. Puede ser muerto, ejecutado, como dios cuando éste quiso completarse a nuestros ojos.

Aunque, más abajo, aquí, en el suelo donde nos movemos, los enamorados crean belleza con sus pies y bailan con sus ojos medio cerrados y ven la mañana de una forma diferente, acarician y quieren pintar un cuadro hermoso en el taller sin tiempo de su fantasía.

Es verdad que en otra parte, en otra escena, los hay que, rechazando el imposible del amor, se rinden a la contabilidad exacta del goce, a lo real, a lo seguro de lo criminal, de la explotación con el fin lucrativo del alcanzar un plus de gozar que transforme la discontinuidad de lo humano, su insubstancialidad constituyente, en substancia, definitivamente materia.

sábado, 16 de septiembre de 2023

FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN

 

Seguramente sea la luz de la mañana una expresión de la verdad.

La verdad está en lo remoto, y escondida. Permite que nos llegue su respirar como aire procedente de un bien que inventamos en el primer grito, cuando ya estábamos solos.

Alguien cierra los ojos protegiéndolos de la luz y, sin saber, quiere saber.

Quiere saber cualquier cosa. Una cosa. Su nombre o el nombre de una flor inoportuna.

Cuando abra los ojos sabrá si la luz le hizo daño. Si aún puede ver o si está ciego.

Un día, recuerda, la penumbra del amor le salvó y anduvo a tientas tocando las cosas sin miramiento alguno y a su dulce compañía.

Cuando llega la oscuridad, todas las páginas en blanco se pasan a limpio automáticamente.  Y crean un libro.

Otro libro de la vida.

¿Sabes?


martes, 12 de septiembre de 2023

DESPUÉS

 



Después, ya sólo vi un rostro borrado.

La última patria. La última cama. La última cena. 

Nada.

Sólo eran huellas también borradas

de los pasos que dimos ebrios y manchados de barro en un lienzo iluminado.




viernes, 8 de septiembre de 2023

NO SÉ

 


No sé lo que significa ser hombre, ser mujer. Tengo, eso sí, algunas ideas generales, muy elementales, que no me ayudan mucho para salir de mi ignorancia. Sé, por ejemplo, que todas las mujeres, independientemente de que hayan parido o no, son madres aunque, en mi caso, no sé si mi madre sabía lo que es ser una mujer.

Una mujer que no sabe lo que significa ser mujer ¿es una mujer?

Es muy posible que mi ignorancia no sea una ignorancia docta, resultado de muchas indagaciones, sino un bluff total. Que las pregunta ¿que significa ser hombre o ser mujer? sea una falsa pregunta que eluda una verdad mucho más real y consistente: que el cuerpo inequívoco que pretende identificar a la mujer y al hombre, envuelve, contiene, una carencia absoluta que conduce a cada sujeto humano a buscar más allá un no sé qué.

Tal vez yo no sea ni un hombre ni una mujer, sabiendo que el lenguaje que contiene esas palabras, hombre, mujer, se adelantó a lo real que pretendían nombrar. Yo sería, pues, lo que me falta para ser hombre o ser mujer. Lo que me falta para ser una quimera creada sólo para mani-atar una carencia. Soy un medio nada porque no alcanzo ser una nada total. Duda y no quimera.

El cuerpo duele, gime, huele, respira, transpira, toca, es tocado, nace, enferma, muere.

El cuerpo no habla, es silencioso, habla la carencia. Por el deseo circulan las palabras y se llega a la construcción clásica de lo humano: el amor.

La política de los cuerpos es la política del exterminio, de los cuerpos como fábricas de abono para los campos de la historia de aquí a mil años.

Cuando alguien junta las manos se aniquila para saber que entre sus dedos circula un alma sujeta a una estrofa que canta y construye lo prohibido y lo sublime del amor. La lírica, el rezo, el sinsentido.

Si te vas, dejas el alma a tus pies, como una sombra incapaz de seguirte.