miércoles, 28 de febrero de 2024

TRATADO BREVE DE POÉTICA

 




¿Cómo saber de aquello: la fiesta concreta del amor

Exacerbada su pasión porque detrás y muy cerca estaba el adiós

El final

El primer signo

Cuando los líquidos que el verano absorbía llegaban a lo más alto de un cerebro universal

Fuera de sí

Fuera de todo?



¿Cómo explicar aquello que no tiene palabras?

Aquello que si existe es precisamente porque no tiene palabras

Y está a la espalda de la historia

A la espalda de todo

Del mundo

Del sentido de la vida y de la muerte.



Escribirán los que saben hacerlo para rodear un vacío de su conocimiento

Para inventar el espacio cálido

Donde se supone que tuvo lugar el gozo

Y el adiós



28/2/24










viernes, 23 de febrero de 2024

S/algo

 



S/algo




Ese algo fue lo que trajo al nido donde crecerían los pájaros que iban a poblar el aire

el veneno que hacía que toda memoria se fundiera en ello

como pegada a ello y convirtiendo lo que pudo ser pensar /volar en un eslogan muerto/la muerte/

la sumisión.

Si los pájaros en su vuelo ver pudieran las cosas que ocurren en esos valles potencialmente bellos

embarrados por los tóxicos

aún así valles/

nuestros valles

los valles que los pájaros han dado a sus hijos que ahora se adormecen

pegados al abismo hipnótico de la depravación que los convierte en plásticos

o en drones que ven lo que han robado a sus ojos

serían libres o simplemente libres transformadores de la miseria.



23/2/23




jueves, 22 de febrero de 2024

REPETICIÓN E INTERVALO

 


                                                



Todo el esfuerzo se invertía en disimular, camuflar, borrar la Repetición: el ruido infinito, casi monocorde, de lo Uno yéndose y viniéndose sobre el desecho de la cosa muerta.

A la repetición querían confundirla para fingir que no existía, llamándola orden, armonía, rutina, calendario, historia, geometría, arte, sincronía, música. Pero es imposible que la Repetición no se revelara, aunque quisieran cambiarle su nombre, porque, por encima de rodo, la repetición es la materia de la muerte que se infiltró y llegó a la vida a través de un Accidente inexplicado.

La Repetición corre pisándole los talones al Intervalo que vive entre el Uno y el Uno, va tras su aniquilación. Suprimir el intervalo supondría el triunfo absoluto de lo Uno en su quietud. Sería el triunfo de lo Absoluto. El absoluto Mal. Una muerte elevada a la potencia infinita. Pero no: es imposible que el intervalo no sea, no esté, no separe, no mantenga lo vivo entre lo muerto, porque está hecho de silencio puro y es lo inmortal.





martes, 20 de febrero de 2024

TRES FRAGMENTOS SOBRE EL MISMO TEMA

 




                                 TRES FRAGMENTOS SOBRE EL MISMO TEMA




                                                                        UNO


Poema encontrado en la última página de Guía espiritual de Miguel de Molinos, edición de Alianza Editorial, prologada por José Ángel Valente.

El libro lo compré en junio de 2004. El poema es, con toda seguridad, de ese mismo año.



Háblame. Yacido

aniquilado como el óxido que han creado las lluvias

recojo las palabras

así también los fríos de todos los inviernos


Hago con ellas cuentas de luz

en esta noche donde nada queda sino esperar el alba


Despertaré cuando aquéllas ya sean sólo ruido

cantos de pájaros sencillos

o el chocar de las gotas remorosas en los cristales de fuego


Ruidos que acompañan ignorantes

los oídos apagados de los muertos




                                                                DOS


                                                               Sueño



Estoy con Joan Manuel Serrat, tal como lo recuerdo en los años sesenta o setenta.

Le digo que si en Cataluña quieren hacer una revolución, una revolución buena (que no sea una mera venganza, sino algo nuevo, algo que no puede saberse lo que es o será) deben dormir la siesta.

Le digo que aunque lo que se haga en ella sea sólo dormir, tiene algo voluptuoso: el deseo animal de dormir, el azul del cielo del verano, algún olor determinado.

Joan Manuel me mira con atención. Me escucha. Parece entender algo.


18/2/23




                                                                           TRES



A cuyo salto volvió de pronto

y en aquel cuerpo encontró lo nuevo

y supo que la verdad es No

es saber llegarse al punto cero

el centro de lo más invisible.


20/2/23





martes, 13 de febrero de 2024

¿ELECCIÓN?

 




¿Elección?


En un principio el ser humano se vio ante dos caminos:

1 El Amor: una espiral que le llevaba a sí mismo y a la unidad con lo universal, conduciéndolo a una inacción activa y ácrata.

2 La Emancipación: una espiral que le llevaba de lo orgánico a lo inorgánico, de los flujos a la abstracción y así, al progreso, a la riqueza y al orden social.


Hubo que cavar un pozo muy profundo y enterrar el Amor.


Guardar, del Amor, sólo una huella desactivada del fuego primitivo.


El Amor es lo reprimido, lo originariamente reprimido.


Como tal, siempre está ahí, inabarcable en el intento de ser suprimido, haciendo de los sueños aventuras que le despiertan del terror de estar despierto.


El retorno de lo reprimido supone un encuentro con una verdad inasimilable: que el Amor sólo existió.


Y que el miedo a la muerte es el miedo a saber que ya estamos muertos en el exilio.


8/1/24


miércoles, 7 de febrero de 2024

EXCURSO

 





Sinceramente

ese hombre

nada más levantarse vio la niebla en su ventana

y se dijo

sinceramente preferiría seguir durmiendo

y así fue como despacio

se precipitó de un salto en lo más blanco de las sábanas

aún calientes

sinceramente cálidas

y a plena luz blanca

esa luz que exhalan las sábanas al ojo único de cada uno cuando sabe tratarlas

de tú a tú

fue viendo las secuencias de un sueño que tuvo de joven

que no acababa de entender y al repasarlo a la luz de esa luz

fue sabiendo algo más

y de esa forma

a la vez que la niebla iba levantando

tal es la fuerza del sol

se tendió medio desnudo en la cima del monte

al que acababa de llegar


y al poco regresó

inició el descenso siempre peligroso

sinceramente bajar cuesta más que subir

bajar del sueño rebobinado

bajar del conocimiento adquirido

bajar a donde hubo niebla y ahora sol

bajó

llegó y ya en la alfombra que se doblegaba al lado de su cama

la cota cero de su vida

se puso de puntillas y ensayó el mirar en la lejanía

y pensó que por fin veía la torre Eiffel alzándose para él en el orgullo de su cuerpo de metal


7/1/24


martes, 6 de febrero de 2024

TEORÍA DE LOS LABERINTOS. CONCIENCIA E INOCENCIA

 


TEORÍA DE LOS LABERINTOS. CONCIENCIA E INOCENCIA


En su casa había un pequeño camello, algo mayor, pero no mucho, que una figura de belén, de textura blanda, deshilachado, de una materia indeterminada que, para entendernos, pudiera parecerse al esparto. Lo importante del asunto es que quien había vivido allí tenía a esa figura como si en otro tiempo hubiese sido un camello real, reducido ahora a ese tamaño minúsculo y dotado de incorruptibilidad eterna. Lo importante, lo más importante, es que este proceso de atribuir al camello esa cualidad era algo automático, o no era nada, el proceso, porque el camello había sido así y ya está. Todo lo demás serían especulaciones desde la distancia, que nada tenían que ver con la realidad vivida. No habían mediado, pues, trabajos de lo que podría llamarse conciencia. No hubo conciencia de creer que el camello era un camello real transformado en lo que ahora era, ni conciencia de verosimilitud o inverosimilitud de esa creencia. No hubo nunca conciencia de creencia alguna. Las cosas, como eran, como son, creaban, crean, la realidad y la conciencia podría actuar después cuando, por alguna rezón, o sin ella, fuera llamada a filas. 

Se ve claro, creo, que plantearse el papel de la conciencia de quien vivía en aquella casa en relación al hecho (inexistente, porque si hablamos del hecho ya estamos suponiendo encima de todo a la conciencia y ya he dicho que no era necesaria la conciencia para crear el camello, que éste ya había estado allí desde siempre sin necesitarla para existir) es un asunto posterior, sobrevenido, seguramente inaugura la ruptura, la aniquilación de una vida para empezar otra. La conciencia como muro separador de experiencia. Juicio de la realidad. El camello, en otros tiempos de tamaño real, ahora pequeño, era anterior a cualquier consideración de la conciencia. Quiero decir que esta conciencia es llamada a filas para contrastar un principio de realidad, que es el que resulta de un consenso común de varios otros sujetos a los que la conciencia solicita su parecer. Pregunta de la conciencia a los testigos: ¿Creen ustedes que un camello real ha podido convertirse en esa figura? Y, entonces, ¿qué papel tuvo la conciencia en la atribución de esa cualidad en la persona que allí había vivido? ¿La conciencia se hizo presente cuando alguien le dijo: estás loco si crees que ese camello un día fue real, o si esa fantasía infantil se ha colado en tu vida sin haber tomado conciencia de esa coladura.?

Caer en la cuenta de que lo que fue pudiera no haber sido así. Y caer en la cuenta de que nunca se había caído en la cuenta de ello: atribuir al camello una cualidad A, siendo posible entender que ese mismo camello pudiera haber tenido otra cualidad B que, tal vez, hubiera sido más ajustada a la realidad, más razonable. Caer en la cuenta de que la realidad primera (sin testigos, ni conciencia) es distinta a la realidad segunda, con testigos y conciencia. Saber de la relación de aquel habitante primero (¿inocente?) con los testigos que son testigos de la periclitación de su vida hasta entonces.

Esas barreras de ese “antes” y de ese “después, de esa aparición forzada por “la razón” para deshacer un entuerto o ajustarlo a la realidad que conlleva el final cataclísmico de la primera realidad, constituyen el espacio donde de juega la posibilidad de que la creación no sea la reproducción de cosas ya establecidas y con la sola vitalidad de poder reproducirse idénticas en un infinito temporal-.

Establecer diferencias entre la vida y lo muerto.


Las capas de cebolla de la conciencia. Conciencia de A. Conciencia de tener conciencia de A. Conciencia de tener conciencia de tener conciencia de A. De esta forma, ocurre, puede ocurrir, que, cuando la conciencia descansa entre guardia y guardia, A se presente como una revelación, como una visión, como una novedad que irrumpe, iluminándola, en la experiencia cotidiana y mortecina de la vida. A aparece desnuda, despojada de los vestidos de la conciencia que pudorosamente la resguardan del escándalo de ser realidad pura. Inocente.

La conciencia corrige lo que un día creó un sujeto mientras todo dormía, excepto él.

Y está el cine. Se basa en que la cámara, como señala Albert Serra, ve lo que el ojo humano no ve. La cámara no tiene conciencia de que ve y por eso ve lo que el ojo, y su conciencia inseparable, no puede ver o, más exactamente, ve y lo borra a la vez, aunque bajo el borramiento quede lo que los sueños, que no recordamos, guardan como  un resto vivo de aquello, que amenaza con boicotear a esa realidad tamizada por la buena conciencia.

La cámara capta y después el espectador que paga para poner erecta su conciencia deja que ésta goce. Ver, mirar, mirar que se ve, ver que se mira. Después de todo, hay un mensaje que aparece como corrector de los perjuicios que causa andar por los laberintos de la percepción. El mensaje lo aclara todo, tranquiliza a las conciencias confundidas por tanto tomar nota de lo que se ve sin llegar a un acuerdo sobre lo que a la realidad conviene. El mensaje vela, procesa las imágenes que, de nuevo, se reducen a un algoritmo lógico, no a un símbolo, esplendoroso, creativo, fulgurante, metáfora generatriz y viva, sino a un mero signo: rojo: prohibido cruzar.

¿Cómo podríamos ver con los ojos cerrados? Poner un antifaz a la conciencia, no para que se duerma sino para que, yendo a lo suyo, a saber que sabe, no nos diga como ver lo que el ojo puede ver, el ojo que guarda lo que no queremos saber de la realidad y de nosotros que somos la realidad que ve la realidad.


jueves, 1 de febrero de 2024

VIDA DE ARTISTAS: 1









 






Erase una vez un hombre que sólo hacía muecas: desacompasadamente movía los brazos, hacía

genuflexiones sin venir a cuento, daba palmadas mirando de reojo, abría la boca como si quisiera batir un record de bocas abiertas,

pero un día se dio cuenta de que en ese preciso momento estaba muy cerca del escenario, así que se acercó al telón y por una rendija miró al patio de butacas, naturalmente vacío porque el teatro donde vivía era un reducto del pasado; su familia fue acogida allí gracias a que sus padres habían sido saltimbanquis sin ningún pedigrí, sin cabra siquiera, pero graciosos, indefensos e inofensivos,  de modo que fueron dejados de por vida en aquel corralón por caridad o justicia social; 

el caso es que el hombre nada más mirar al patio de butacas sintió un ridículo espantoso, se hundió en la miseria, renacida, revenida ante la catarata de vergüenza que experimentó.

Y entonces dejó de hacer muecas,

dejó de hacer cualquier cosa

ya nunca hizo nada

quiso ser invisible y no hacer cosas ni siquiera las invisibles,

fue deshaciéndose, borrándose,

no podía soportar el ridículo que aún estaba grabado en un corazón

cito

de memoria,

se fue yéndose

del todo,

si alguien lo hubiese buscado no lo lo encontraría,

a la hora de morir

eludió la última hora por vergüenza torera.

¿Dónde está ese hombre

dónde estará?

31/1/24