miércoles, 17 de marzo de 2021

POÉTICA BREVE: PALABRAS CLAVE (5)

 





Santo:


La escritura poética hace renuncia de otra cosa que no sea lo puro del decir, eso desconocido que sólo escribiéndolo muestra lo que allí hay de nuevo y de saber.

En una oscuridad revela su negativo y aparece lo nuevo. Esa oscuridad requiere una entrega sin promesa de ganancia alguna; abrazar la pérdida, desnudarse de bondad, no buscar señal de vida eterna que consuele.

Por eso, santo. Inocente en el sentido peyorativo, que es el que conviene a este caso: ingenuo, sandio (santidad y sandez comparten etimología), insensato, raro, desprotegido, desinteresado; mártir de su causa, unas palabras que, aun ridículas, buscan trascender, osea, desbordarse.

Pues el poema rompe con el idealismo que niega lo real aunque éste se vista de materialismo y de falso progreso. Se rebela frente al totalitarismo del ojo que exige mirar a su dictado.

Al santo no le importa que se rían de él, aunque no desiste de su fuerza, de su espada y de su lucha. A menudo le llueven piedras tan duras como las palabras que los aprovechados roban para justificarse, ésos que siempre ganan, los muertos de corazón.


                                                              * * *



                            Un santo se va de copas y recita un poema con sus amigos



Iba aparentemente acobardado,

aunque era un valiente, tan valiente

que yendo solo mojándose la cara con el agua de las mañanas,

bajando al pozo para verse la cara sonreír 

cuando la noche le había dejado en un estercolero,

era capaz de mirar a los pobres y decirles

muy buenas,

y seguir como si nada;

y si alguno de esos pobres se irritaba

porque no entendía ni la claridad de sus palabras

ni la dulzura de su mirar y le daba una paliza,

mientras otros, curiosos o allegados de la calle,

gentes que volvían del trabajo, funcionarios la mayoría,

hombres de la comunidad, de lo común,

hacían corro y se reían y por lo bajini decían sin mover la boca

dale, dale

y le dejaban maltrecho hasta que otros

se le acercaban y le limpiaban la cara y le decían

no les hagas caso, no te entienden,

le invitaban a un bocadillo o una fanta,

y le dejaban un billete de cinco en el bolsillo

y él, al poco, se levantaba del suelo y se iba aparentemente acobardado,

altivo en la cima del dolor,

a caminar por las calles y miraba a otro pobre,

a un tullido, a un forajido despeinado que buscaba algo de luz y les decía

buenas, llevo cinco pavos, ¿nos hacemos unas cañas?

y si admitían la invitación se compraban los quintos,

los bebían en la calle y a veces

rezaban un padrenuestro como si fuera el poema de los desesperados

para joder a la gente que les miraba, con toda razón, 

con solemne recelo.























lunes, 15 de marzo de 2021

POÉTICA BREVE: PALABRAS CLAVE (4)

 


Maestros antiguos:

Tiziano, cuando ya no es Tiziano

Velázquez, cuando ya no es Velázquez

El Bosco, cuando ya no es El Bosco

Botticelli, cuando ya no es Botticelli

tantos, cuando cada uno no es ya cada uno


Auténticos poetas:

San Juan de la Cruz, cuando no procede como San Juan de la Cruz

Dante. cuando no procede como Dante

Elliot, cuando no procede como Elliot

Paul Celan, cuando no procede como Paul Celan

Borges, cuando no procede como Borges

Valente, cuando no procede como Valente

Cirlot, cuando no procede como Cirlot

tantos, cuando cada uno no procede como cada uno


Porque ya no temen ser otro,

su obra,

nadie


Así, llegará lo blanco

sólo lo blanco, sin mancha ni palabras

lo que aún ni fue nunca mirado

por donde nazca un ser

que con sus manos rompa el velo que han tejido los ojos

y cuando vaya cayendo en su nacer

grite,

y nosotros podamos tomar nota de su grito

gima,

y nosotros podamos tomar nota de su gemido

balbucee,

y nosotros podamos tomar nota de su balbuceo

hable,

y nosotros podamos tomar nota de su habla

cante,

y nosotros podamos tomar nota de su canto

calle,

y nosotros podamos tomar nota del silencio


Y los grandes maestros y y los auténticos poetas, seriamente alborozados

tomarán nota de lo recién aparecido, que todavía no llegarán a comprender

tan grande es su ingenuidad y su bondad,

y entonces, iremos nosotros en su ayuda con los brazos abiertos

miércoles, 10 de marzo de 2021

SAN JUAN DE LA CRUZ ENAMORADO

 


San Juan de la Cruz enamorado

                           


                           1


Así era cuando en la esquina

donde me invitabas a morir entrelazados

en unas sílabas de saliva

que desde lejos lanzabas en boletas de papel

y me decías ven déjalo todo

solo en mis manos está la verdad y me enseñabas

ensangrentada la cruz de tu cuerpo

las suavidad del placer líquido

que me enseñabas por la ventana

apenas se hacía de día

y yo cuando iba algo

arrastrado ya por las horas de la calor

y llegaba a tus labios y pedía el agua

de la promesa y mojaba yo mismo mi cabeza

con ella y miraba a lo alto y de tu vientre

salía una fuente que me hería profundamente

y te decía no me dejes salir de estas cuevas

y cerrabas los ojos y yo

usurpaba tu oscuridad

y así tantas veces

quedábamos suspendidos en una tarde apacible

al final de todo y de los tiempos.



                   2


como era corto el vuelo

de ti a ti las alas tan apenas daban

de sí y el pájaro giraba sobre su propio pico

y te piaba buscándote de nuevo

pero el aire arrebatado le llevaba

adonde nadie había sólo un soplar infausto

más allá de donde estabas

y el vuelo corto otra vez a mí

dejaba las migas de nada pues tú nunca

fuiste verdad solo la fuente era

la que seguía manando su agua

cuando era la noche.

martes, 9 de marzo de 2021

POÉTICA BREVE: PALABRAS CLAVE (3)

 

                                                 TRES



Alucinado:



Entre lo percibido y el que percibe, en condiciones normales, no alucinatorias, digamos, existe una armonía, o, al menos, una relación de utilidad. La alucinación representa el extremo de la percepción. en cuanto que allí se sitúa el objeto percibido sólo para doblegar al sujeto que lo recibe y padece. La voz alucinada engulle a quien la escucha, sin remisión.

El objeto alucinado colapsa al sujeto que lo padece. A veces lo aniquila. Tiene una densidad más real que la realidad cotidiana y soportable. Viene de un Otro, autor sin paliativos que no admite réplica al que el sujeto debe doblegarse, de una exterioridad terrible, inesperada.

Pero esta voz obliga al sujeto a ponerse en marcha de una forma irreemplazable. Le obliga a tejer un orden nuevo en el que él recupere un lugar. El alucinado crea un delirio, debe crear un mundo si es que quiere seguir siendo. No tiene otra opción.

Lo percibido ordinariamente, lo no alucinado, es aceptado como algo que se ajusta y se añade sin demasiados sobresaltos a la órbita privada. Esa música que nos adormece con tanto placer, que nos lleva al espejo donde siempre nos vemos compuestos. El paisaje que contemplamos es materia a nuestra disposición, territorio amigo, tierra conquistada.

Los objetos alucinados, por el contrario, tienen una cualidad radicalmente distinta. Aquí ya no se trata de captar y hacer propio lo exterior captado. El que padece la alucinación es el cazador cazado, no puede cazar la pieza y echarla al zurrón y utilizarla sin más. Al contrario, ese objeto lo caza a él, que quedará suspendido y al albur de nuevos acontecimientos que puedan liberarlo.

El objeto alucinado resalta sobre los demás: horroriza, persigue, interroga, estimula absolutamente a ese sujeto, pero nunca se le echará en sus brazos para dormir juntos a pierna suelta. Y ha llegado de una exterioridad radical, la más radical: la desconocida intimidad de ese sujeto. Lo oscuro íntimo percibido en una exterioridad a-geométrica, metafísica. 

Eso exterior es lo expulsado del ser, lo repudiado, lo incómodo, lo que no tiene asiento fácil por llevar consigo muchos inconvenientes. Y lo más íntimo: nada hay que tenga una correspondencia tan estrecha con uno mismo que una visión, un sueño, una alucinación.

Poeta, ¿alucinado? La poesía no es una actividad acorde al delirio. Aunque haya una buena nómina de insignes poetas que lo han padecido en el sentido más crudo, más real, la poesía no es su fruto, lo es de un sujeto hipersensible que le planta cara como sólo lo pueden hacer los héroes. El delirio se ajusta más a la meticulosidad de la ciencia, al discurso matemático. El delirante no puede equivocarse, no juega a ser poeta, debe establecer ecuaciones que no admitan interpretaciones subjetivas. Tiene que trazar el camino exacto que lo salve de algo peor que la muerte.

El poeta bordea la alucinación porque siempre espera, busca, acecha encontrar-se en un afuera, en una exterioridad íntima que le dicte lo suyo. El poeta grande o pequeño, si lo es, ya está salvado de antemano. Anonadado, algo menos tonto en los asuntos del decir que los medios y la media, (“la poesía, un decir menos tonto”, dijo Lacan), eso sí, atontado entre los ciudadanos más firmes, sorprendido por tanto saber ineludible que ignora, por tanta exigencia en decir lo que no sabe. Asombrado, como si todo lo que le llegase de su exterior más íntimo cuando echa las redes del lenguaje porque quiere pescar en esas aguas fuera una alucinación que le interpela, que le obliga al grito. Pero salvado, cómodo, cantarín. Sabe caminar sobre las aguas de la lengua, y, algunos, sobre la fuerza de las olas hacen rima, música, dominan el lenguaje, su furor.

El poeta es un alucinado que se ha salvado. Alucinado porque alcanza a percibir algo raro procedente de un lugar extraño, que le obliga a parase y a decir lo que estaba medio deshecho, casi del todo desdicho, a decirlo con su propia voz, generando así sentidos nuevos y, de paso, esa energía que es la belleza.

Le llega una carga (en el sentido de energía, y de encargo) que le exige una contemplación que no le deja apoyar los pies en el suelo, y queda forzado a escribir en el vacío hasta dar con eso nuevo que vuelve a sostenerlo, lo que llamamos poema: fragmentos de verdad, aspiración de belleza.

Y es la belleza lo que, tal vez, adentre el poema en la comunidad, lo haga sociable. Salvoconducto para sobrevivir, vivir, prosperar en la república.

Alucinado y poeta: sujetos sueltos, desatados, fragmentados, que padecen y/o crean con lo que desde el exterior íntimo les interroga.

El poeta hace que lo repudiado vuelva, trayendo en la misma operación las causas de la expulsión. Dará cuenta de ello y se reconciliará con lo inadmisible, recogiendo el plus de belleza que genera ese encuentro. No parará de recomponer el desmembramiento que, de tan humano, padece. No cesará de completarse, como si armara un puzzle inacabable en una tarea que ocupará a todas las generaciones.

Es quien debe decir lo que no puede quedar sin ser dicho.

Poesía es acto de lo nuevo/otro, trabajo científico de lo subjetivo, energía hecha belleza que le abre a la comunidad.





jueves, 4 de marzo de 2021

POÉTICA BREVE: PALABRAS CLAVE (2)

 



                                         DOS






          Yo                            aman                

          Tú                           amo        

          Él/Ella                     amáis

          Nosotros/Nosotras  ama

          Vosotros/Vosotras  amamos

          Ellos/Ellas              amas


          porque todos están enlazados en el corro del amor,

          y juntos no llegan a ser ese Uno

          que ya solo sea un ruido en la caída.



miércoles, 3 de marzo de 2021

POÉTICA BREVE: PALABRAS CLAVE (1)

 



                                                               UNO



Víctor Gómez Pin (Tras la física. Arranque jónico y renacer cuántico de la filosofía, Abada Editores, 2019, Página. 274, nota a pie de página) dice:

Por ello, corolario de los objetos propiamente teoréticos de la práctica filosófica es el contribuir a que el ciudadano se reconcilie con la misma, la reivindique como propia, sienta que algo esencial de sí mismo se juega en ellas, y denuncie las tentativas para apartarle, denuncie lo falaz de la tesis según la cual la filosofía, la ciencia, el arte y en general la vida espiritual sería cosa de minorías. Lo democrático de la filosofía (del arte, de la poesía, añado por mi cuenta) consiste en que todos podemos instalarnos en la actitud filosófica a poco que nos liberemos de las barreras que lo dificultan, en realidad barreras que impiden realizar nuestra naturaleza específica de animales de razón.


El poeta es un ser alucinado, santo, visionario

La poesía es un descalabro del lenguaje. La metáfora pone patas arriba el buen orden, si es que eso alguna vez existió, donde cada cosa tiene un nombre y el lenguaje es la ley de la repartición de esas cosas.

La metáfora inventa la abstracción a partir de la materia del lenguaje. No hay actividad propiamente humana que no busque el desplazamiento hacia un más allá de la realidad, aunque sea en la realidad. La trascendencia.

La memoria es trascendente. Hace de la pérdida bandera, objetivo militar, abordaje del amor. Crea mundos que las ecuaciones lingüísticas no pueden crear, aunque, como ellas, apunte a un saber nuevo. La poesía, la metáfora, el arte abren caminos que van más allá del orden de lo común. No están al servicio de la ficción, muy al contrario, están subordinados a una verdad por descubrir. Aquí hablamos de lo que no puede mentir: la poesía, esa parcela de lenguaje que no puede sestear en la ficción, en la mentira, en la piedad.

La ética poética se basa en el reencuentro con lo nuestro más verdadero que vuelve (como de un exilio), y en la celebración de la belleza aparecida que surge en ese encuentro.

El poeta sabe que la manera de ver, de percibir, no es única ni dependiente de órganos autónomos. Lo que ves no depende solo del ojo, depende muy poco del ojo, aun cuando éste sea muy necesario para ello. El poeta sabe que las percepciones pueden realizarse a través del humo del deseo, de los mecanismos inconscientes, de lo que, para resumir, llamamos subjetividad. Así, ve no lo que le regala el ojo vago, caprichoso, glotón, acaparador, sino, al contrario, lo que no puede ser visto con su sola ayuda, eso que no cesa de interpelar, de llamar a la puerta, de despertarnos del sueño del érase una vez.