jueves, 3 de junio de 2021

31/05/2021 EN LA BOTELLA

 

                                                                  31/05/2021



                           







Debió de ser una mañana tan gris como las otras,

una mañana muerta

a medio descomponerse;

te recuerdo disparando a los malaventurados que dándose las manos formaban delante del agujero.

¡Fuego! gritaba tu jefe,

aquel que luego fue un cantautor furioso,

un tío legal, decíamos entonces,

tú, aplicado, le dabas obediencia al gatillo y medio en broma soplabas al final de la faena mirándole el alma al fusil

como un John Waine del exterminio,

aquel día yo andaba cansado y me había ganado un respiro

y no tenía que transportar los cuerpos materiales a la hoguera final;

cumplíamos nuestro trabajo como mejor podíamos,

te vi y me dije:

este parece de los míos,

y entonces te grité lleno de esperanza,

dispárame, pégame un tiro,

mas tu me respondiste que no era para tanto,

que el sol llegaría, que los buenos estaban tan cerca que hasta los muertos sonreían ya mejor,

hasta los famélicos han engordado, dijiste,

aunque debajo de tus labios asomaba la sombra del dolor en tu sonrisa.

Yo te arrebaté el fusil

y te descerrajé una ráfaga,

caíste confundido en la muerte con los cuerpos de los malaventurados

y, fíate lo que es la suerte,

entraron los salvadores en ese momento,

venían de su desesperación hacia nosotros, venían a vencer,

venían a salvarnos con sus manos caídas, parecían cansados, hartos de tanta historia

y me llevaron preso, aunque me disculparon en dos minutos:

pobre muchacho que mal lo ha tenido que pasar

dijeron,

cumplía órdenes de la superioridad, otro canicero malgré lui, otro que nunca podrá lavarse del todo la piel,

sal de aquí, chaval, búscate la vida, estás libre, no te rías, chaval,

me dieron puerta, y lo primero que hice fue componerte un epitafio

en la tierra liberada

para que supieras que la vida continúa muy herida.








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