Amigos lectores:
enseguida os vais a dar cuenta de lo incompleto que está el poema. Faltan muchas estrofas, tan solo he podido dejaros unos alambres palabreros delimitando una jaula en la que vive un ratón misterioso, antes llamado sombra, o amor o cosas así.
Falta escribir el paso de esa sombra enamorada que apenas se deja ver a la mirada fija en lo concreto que está en el ratón enjaulado, que no cesa de girar.
Falta toda la estrofa en la que se debería dar cuenta de lo que siente y piensa el ratón mientras corre en la rueda del experimento, y avanza a un aparente ningún sitio.
Falta el momento en el que el poeta, quien escribe, yo, se da cuenta, por fin, de que el ratón sabe a donde quiere llegar, que tiene claro el final de su carrera y que, cuando él lo disponga, cuando al ratón le apetezca, transmitirá ese saber.
Falta escribir como el poeta se impacienta, se ofusca ante la visión de la carrera sin final, de su angustia por saber, escribir y olvidar lo que el ratón sabe y no acaba de decir.
Todo eso, y más, falta. Si no lo he escrito no ha sido por pereza, sino por cuestión de espacio, yo no soy el dueño del universo, y por consideración, también, a vuestra voluntad y sabiduría para llenar los espacios vacíos que no dejan de aparecer y desaparecer en el papel en blanco del poema.
Estás en todas partes:
ayer te vi pasando como si nada delante de mi,
imaginé cómo te hubieras deshecho como un golem cualquiera
si mi presencia hubiera llegado a tocarte.
Debes ser muy feliz en el mundo de las sombras,
conejito de chistera,
sonrisa aparecida en los hologramas,
tweet de gilipollas,
pájaro del alma,
amor eterno al fin
de todo,
ratón de laboratorio en la rueda de la vida
siempre observado,
anunciando el final de la carrera sofocada,
la meta,
la llegada.
Poema que se hace y rehace sin fin. Poema que descubre lo que todos tienen de poema. ¿Cómo condensar en un poema la voluntad infinita? ¿Cómo cerrar las puertas al sentido? ¿Cómo, si no implorando al lector, podemos dejar de seguir haciendo vidas? La pieza que falta es, precisamente, el armazón del puzle. Excelente ejercicio.
ResponderEliminarNo sabría decirlo mejor: "La pieza que falta es, precisamente, el armazón del puzzle".
ResponderEliminarGracias por tu lectura, tan necesaria.