Tú no has sabido construir una pirámide donde honrar la vida perdurable de tu faraón,
ni siquiera una catedral, a pesar de que se te dio un país lleno de piedras voladoras, ingrávidas,
ni has podido escribir en aquel cuaderno tan blanco que te regalaron apenas dijiste mamá
ni la ilíada ni el quijote ni uno solo de los arrebatos carmelitas ni el soneto que hiciera temblar a shakespeare
no has diseñado ciudades donde vivir y morir
ni bombas de fisión para ponerlas con un par en la mesa redonda de las instancias internacionales
ni serías capaz de armar con las dos manos una calculadora de bazar o un dc-9 de esos que surcan los cielos
no mereces el descanso eterno, así que sigue,
empéñate en reconstruir al menos la biblioteca de alejandría,
las paredes, los libros, los dedos todavía calientes de sus páginas,
el olor de sus hojas;
tómate tu tiempo, no te duermas, pasan las horas como si nada:
¿qué haces ahí tecleando esas letras inconexas
que solo hablan de tu huida, de tu fracaso,
de tu obra?
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