Hoy, veintitrés de enero de 2021,
hace un día de los que a mi me gustan:
no hace frío,
ni viento,
ha llovido hace poco,
el cielo esta gris
pero sin niebla,
huele la tierra a tierra,
las hierbas vuelven también a oler a hierbas,
es como si las pequeñas verdades se abrieran paso
a duras penas
hoy el mundo se acuerda de mi:
el tiempo me abraza,
me toca la cabeza con sus manos,
me arrulla como me hubieran arrullado de pequeño,
el mundo cuenta conmigo:
¿cómo te llamas, chaval?
me preguntan las nubes,
nos alegra que estés aquí,
nos caes bien,
hoy toca disfrutar el día,
vístete, te esperan a las doce
en la plaza de España;
y yo allí que voy,
no se me vaya a escapar esta oportunidad,
cojo el autobús
y al llega a la plaza, nada más bajar,
veo que me están esperando,
y corro, corro y digo su nombre,
se me llena el cuerpo de sílabas que han roto filas,
y, cuando pedimos unos churros y unos cafés con leche
en el café de La Habana,
empieza a llover suavemente
y alguien, piadoso, cierra las puertas del paraíso,
se va luz,
¿has cerrado los ojos?
se oye decir,
y empezamos a oír, a lo lejos, los murmullos
y los ruidos de tazas
otra vez.
Emocionante y verdadero. También los días, y los mares, pueden serenarse, mientras nadie diga tu nombre.
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