sábado, 27 de febrero de 2021

HOJAS DE AFEITAR PALMERA ORO

 








Mirabas y mirabas al cielo,

no sé porqué tanto mirar y mirar arriba

mientras una pulga saltaba en tus costuras

y así fue cuando dijiste:

estoy siendo iluminado ahorita mismo,

en este momento que separa un antes

y un después,

aunque ahora el tiempo sólo sea

lo que esta pulga tarde en saltar y ya no estar

cuando sólo resta la resta del picor,

la sangre del rascado, la gula

de las uñas


entre las órbitas que decías que querías divisar en el cielo,

en el universo,

donde las cosas se apagan

y se crean situaciones payasescas,

donde el que pega llora y el que es pegado

ríe y ya no está y lo entierran

y los equilibristas se caen porque han bebido en exceso

porque no pueden soportar la muerte

de las fieras y del circo,

entre esas órbitas

encontraste el reflejo oblicuo de tu cara

cuando un día ibas a encontrarla en el espejo

y la encontraste enjabonada y viste además el horror:

una hoja palmera oro subiendo y bajando

entre el jabón que les daban a los soldados que olían a mulo

por tu piel y comprendiste

que aquello c´est fini,

y acabaste llorando encerrado en tu encierro que era un agujero negro

reduciéndose al cero caliente de una tarde recién comenzada


más te vale no mirar tanto al universo,

dar por sabidas las ecuaciones,

plancharte el pijama porque no puedes comparar

el placer de una buena siesta,

yaciendo bien vestido

con el descubrimiento incierto del nuevo mundo.

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