SUEÑO QUE TUVE AL ALBA
Aterrado,
me veo atravesando todas las nieblas
hasta que llego a mí, a ti,
que, como un objeto que se perdió,
está a la espera de los predicamentos:
ahí llegan las palabras:
Cuántas veces te han matado
(pregunta, testimonio).
Lo abrazaba,
me abrazaba,
lloraba en el silencio como pájaro mudo,
produciendo una tensión inaudible,
lo notaba en el pecho, que me acogía.
Veía mi propia mueca de dolor:
la boca de trompetista que exhala un soplo doloroso.
Lo abrazaba,
me abrazaba.
Me llenaba entonces un bálsamo pletórico,
absoluto, que me libraba de la desolación.
Lloraba,
lo abrazaba cada vez con más empeño,
como si hubiera encontrado mi destino en
abrazar,
y, en la misma medida, era mayor el arrullo.
No eran los cuerpos,
no había cuerpo.
Porque era sólo el destello del amor,
que en su hora
nunca alumbró,
y que sigue girando en una órbita que nada la alcanza.
(21, marzo,2006)
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