jueves, 14 de agosto de 2025

MANUSCRITO ENCONTRADO EN UN TETRA BRIK

 





    MANUSCRITO ENCONTRADO EN UN TETRA BRIK



En lo más profundo y oscuro del vientre de la mesa camilla donde el autor debió de jugar a vivir y a morir




Busco el rastro perdido de aquella oscuridad.

Donde oía los pasos exteriores que me parecían música,

o el pum pum de un corazón que bien podría ser el mío o el del otro,

pues no estaba solo en el palacio.

Pum, pum, se oía.

Aquel tambor, aquella música en la oscuridad y el silencio, en el rincón que sabía mi nombre.

Fue de tardes cuando un día levanté las faldas, la frontera,

y vi que los pasos eran zapatillas gastadas en busca del afán y la cebolla.

Quise volver y ya no pude porque una mano me llevó a una extrañeza donde todo era disperso

y me escribió en la piel, todavía rosa, la lista de la compra.

Y una voz me dijo ¡ve!.


Busco que el cuchillo que desolló la flecha del tiempo me muestre el camino de volver.

Quiero esconderme, sentir que el aliento es un viento cada vez distinto y hermoso cundo suena quieto.

Quiero la corona de la luz invisible,

ser el rey de donde reposa la historia de las cosas,

donde se pierden todos los olvidos,

¿será allí donde aún escuche el ulular del viento cuando nada pasa, salvo amar?




miércoles, 6 de agosto de 2025

1.EL HOMBRE QUE SUBIÓ LA MONTAÑA

 



Nota:

EL HOMBRE QUE SUBIÓ LA MONTAÑA y MILTON JUEGA A LA COMBA son dos aproximaciones al tema del ver.

 Es decir, de cómo utilizar la cuchilla de Buñuel para que el ojo nos deje ver.






Fijaos qué historia.

La de un hombre que subió la montaña tan sólo para ver su valle,

su pueblo, las calles de siempre, las manchas que escondían la tumba de los muertos.

Cuando llegó a la cima, una niebla lo cubría todo.

El hombre esperó hasta que un aliento astral la disipó.

Pero, en lugar de su pueblo, de su valle, lo que el hombre vio fue un muñeco roto,

sin cabeza, con un vestido de trapo.

Y lo vio porque el muñeco ocupaba todo el espacio, era el universo,

propiamente dicho.

El hombre lloró por no ver su valle, por no ver su pueblo, por no verse recorriendo las calles amigas, por no poder creer que veía las flores que un día ofreció a sus padres en su tumba.

Le dolía ver tan cerca ese muñeco sin cabeza, un muñeco que invadía todo.

Un muñeco opaco que no dejaba ver la luz.

El hombre inició el descenso.

A media bajada la niebla se echó de nuevo.

Tuvo que esperar, si hubiera continuado el camino podría haberse roto la cabeza.

Un aliento astral disipó la niebla.

Siguió bajando hasta llegar al río.

Un esfuerzo más y estoy en mi casa, pensó.

Llegó a su pueblo. La verja del cementerio estaba recién pintada.

En las calles unas guirnaldas apolilladas le llenaron de pena porque, sí, la fiesta había terminado.

¿Cómo será mi valle? ¿Y mi pueblo? Se preguntó de nuevo.

Tendrá que ser otro el que suba la montaña para ver, se dijo. Esperar a que muera para que alguien vea, se dijo.

Porque no haya maldición mayor que los espejos, se dijo.

















2. MILTON JUEGA A LA COMBA

 







MILTON JUEGA A LA COMBA





Cuando se vio en aquel cristal y, automáticamente, supo que eso era él,

empezó su ceguera.

A tientas fue, creyendo ver.

Sin saber, construyó teorías y siendo un ejemplo de homo faber

roturó la cara oculta de la luna.

Sólo cuando en paz lloraba, veía la oscuridad, la suya,

y encontraba en ella una luz consoladora y difícil de explicar.





sábado, 2 de agosto de 2025

¿QUÉ ES EL LIBRO?

 





Ahora el libro te lleva de la mano a donde nunca te atreviste a llegar.

Te muestra el fracaso, el fiasco de las vidas,

pero guarda mejor que tu memoria el nombre de la calle

donde un día aún soñabas con la zarza ardiente del amor.


Musita a tu silencio lo que al calor de aquel verano decían tus versos,

cuando corrías a casa para guardarlos,

no fuera a ser que el amarillo del fuego

o el tedio de las calles medio muertas te borraran con ellos para siempre.


Porque en alguna página perdida encontrarás de nuevo

la ternura que sudaba a mares aquel cuaderno

donde escribías el canto de los cantos.


El libro te lleva de la mano.


Aunque seas aún más ciego,

leerás en su blancura las letras misteriosas que crean el mundo,

aunque el idioma ya sólo sea un hierro suelto en el cementerio de las máquinas.


El libro te lleva de la mano a la mañana

cuando viste por primera vez el horizonte.





miércoles, 30 de julio de 2025

¿DÓNDE ESTÁS?

 





Fui a pescar.

Sentado en una roca escuchaba lo que el mar me decía.

Pasó despacio una nube con cuerpo de sirena,

y entonces comprendí que no existían los peces.

Sólo el mar,

sólo el océano.

Cerré los ojos,

y es que el runrún de las olas me hizo suyo.

Soñé que del mar brotaba una caña que me arrastraba dentro.

Esta es mi casa, pensé, porque en las aguas respiraba, hablaba y veía.

Era una casa azul con oscuridades y fondos sin final que quería conocer.

Entonces, desperté.

Miré mis manos, toqué mi pecho,

¿soy yo mi cuerpo? .

Y sólo era agua lo que era.


lunes, 28 de julio de 2025

OS TRAIGO EL ÚLTIMO GUIÓN EN EL QUE TRABAJA DAVID LYNCH CUANDO CIERRA LOS OJOS

 






Me pregunto si el pájaro viene

o si el pájaro va,

si el pájaro vuelve,

si el pájaro es el mismo pájaro de siempre.


No sé qué verdad respira en su silencio.


Miro el vuelo.

oigo su canto.

sueño ver sus ojos cuando otea el vacío

y no sé si la verdad vuela con él.


Si el pájaro dejara de ser

un pájaro,

por su canto sabría que él es la verdad.


jueves, 29 de mayo de 2025

CUENTOS MORALES. 2: EL REGRESO

 





Cuando vinieron no había nadie.

Sólo estaba mi gata, la gata de mis días.

Venían a por ella.

Era blanco de las iras del pueblo,

pues la gata había sido señalada como contrarrevolucionaria,

una gata burguesa con maullidos psicodélicos

que a los teóricos les recordaba el ronroneo del gordo Chesterton.

Interrogada por los perros guardianes

la acusaron de anarcoliberal,

de darse a la ensoñación y a la comida cara, a las siestas al sol

y a no querer mezclarse

con los gatos callejeros que con plenos poderes genitales

la acechaban.

La sometieron a unas torturas humillantes:

cosquillas infinitas y tirones de rabo,

le cortaron las uñas,

le arrancaron los pelos del bigote,

la insultaron.

Pero cuando llegó el cambio de ciclo

fue liberada y devuelta a nuestra casa.

Seguía vacía.

Yo no había vuelto todavía,

su dueño, su mentor, su mano que le daba la comida.

Y es que había estado ocupado en enderezar

a los que se habían alejado de los buenos principios.

Cuando vi a mi gata acurrucada en su tiempo y en su espacio, sonreí.

Ella me miró y maulló su bienvenida.

La acaricié,

acerqué mi mano a su nariz

y le di de comer.

Y se durmió, feliz, a mis pies,

todavía cansados y sucios.