Entraba en las cuevas para ser todo
Soy todo
se decía a oscuras
Ya no soy
se decía a oscuras cuando ya era todo
de-ciencia poiética
Entraba en las cuevas para ser todo
Soy todo
se decía a oscuras
Ya no soy
se decía a oscuras cuando ya era todo
Los cowboys habían dejado sus revólveres en los brazos abiertos de un sillón
Dormían los cowboys
Un día entero para dormir
Estaban cansados y parecían estatuas de barro derrumbadas
Les sangraban los dedos pero aún así dormían
Nadie sabe de sus sueños si es que sueñan los cowboys
Afuera el día seguía su camino tras el sol
Unas señoritas compraban azúcar y harina para hacer pasteles
Un ratón roía las botas de un pobre que yacía muerto o borracho en un sinfín invisible
Una vieja que había sido prostituta rezaba en una iglesia que parecía la caverna de Platón
Con los brazos en cruz mascullaba sílabas que mejoraban los cuatro evangelios
Eran sílabas como gemidos
Como lloros sincopados
Como retruécanos capaces de hacer volar el mundo a pedazos
Para bien.
Mañana despertarán los cowboys
Comerán pasteles
Besarán a su madre
Enterrarán al muerto después de lavarle al menos los pies
Tirarán las botas roídas de trabajos al estercolero.
Dispararán a un árbol y no sabrán dónde ir antes de escuchar la orden del patrón.
Otra vez el desierto
Si vuelvo los ojos aún veo la mata de tomillo y su milagro
blanca y lejana entre la niebla que borra el camino
Otra vez soy desierto
Siguen vivas las fuentes y limpio el pozo
donde una mujer me dio de beber cuando tenía sed
siguen verdes las palmeras y fresca la sombra
y el murmullo que envuelve el tiempo de soñar
antes que lo que el día dió desaparezca
siguen atentos los pasos que suben y bajan las dunas para contar todos los granos de arena
aún se escucha en la memoria la voz que cuenta los cuentos de final feliz
y el fuego misterioso en el centro de todo
Otra vez el desierto
la tierra amarilla que guarda la luz de los días
Otra vez soy desierto
1
Andaba sin andar
más que pasos eran pequeños vuelos sus pasos
saltitos de pájaro inadvertido
su pelo era un nido de cigüeñas ausentes
no tenía tierra que pisar
levantaba los brazos para tirar bombas de feria
que al caer hacían bum
bum
en el suelo de los justos
inofensivas como plumas de fuego cayendo al mar
eran chispas movedizas en el cielo negro
letras de luz urdiendo un libro que nadie leería
que mostrara la belleza que vivía
en el universo de sus ojos secretos
2
Por la mañana se vestía de poeta. Casi desnudo se iba hasta la sarda a refugiarse en el pajar que llevaba su nombre. Llegaba cansado, tenía que apoyarse en la pared para no caer. Allí era donde componía sus versos. Consumido, sólo conseguía sacar de sí una única sílaba, que se parecía al sonido de una gota de agua cayendo en la tierra seca. Conocedor de sus escasos recursos, hacía que esa sílaba, su último juguete, rebotase como una partícula elemental en un enjambre de espejos que la multiplicaban hasta componer una música que escuchaba como si viniese de otro lugar. Había días que en ella encontraba el misterioso llanto de un niño, que tal vez no lloraba sino que llamaba. Otras veces descubría unas fórmulas que se perdían en la sinrazón y que le parecían hermosas y desmesuradas. O esa música le hacía comprender porqué el silencio es una expresión de la verdad. Sonreía. Se creía satisfecho y miraba al vacío agradecido. Cuando ya todo había concluido cerraba la puerta resquebrajada en la que vivían, eternos, unos grillos minerales y emprendía el camino de vuelta. A los pocos pasos, puntualmente, se paraba para mirar como una bandada de pájaros salía de una oscura herida del pajar, un barullo de pájaros multiplicados que aún tenían rastros de barro original en sus alas pequeñas y marrones.
La vi moviendo sus brazos
aleteando
subiéndolos y bajándolos pesadamente
como si estruvieran sumergidos en un fluído muy denso
Después los vi alzándose a lo más alto
ya libres del todo
envueltos en un aire limpio
arriba
acariciando la línea que separa lo alto de lo bajo
La vi
era una figura enorme
no podía ser medida con números humanos
la vi disolviéndose como si su cuerpo se desgarrase
y ya sólo fuera una hendidura
y yo un mero rastro de humo que la atravesase para llegar a un lugar desconocido
Cuando volví ella estaba presente y su cuerpo me dio miedo
Le pregunté si estaba allí
Respondió que estaba allí.
Entonces la miré de nuevo
y como era transparente vi a lo lejos un niño que lloraba y reía
agarrándose a la línea del horizonte
por donde el sol iba cayendo.
Blanco
como dijera el poeta que es la ceguera
mudo
el silencio que es la suma de las voces
aire
beberlo en una copa cuando has llegado.
El árbol se aparece
el árbol tenaz e ignorado
Le devuelvo la mirada como si fuera la primera vez
Recorro las nervaduras negras de sus ramas
que son letras pintadas por un pincel que tiembla
No respiro cuando veo sus hojas amarillas luchando contra la gravedad
que las llama
y ni lloran las hojas sólo quieren estar para darme su oro
Veo el suelo cubierto de vida que nunca fue muerte
y que huele a un tiempo de agua tibia y de piel limpia y labios escarchados
Ahí anda invisible la mirada que no observa
que sólo arma las cosas y las hace árbol
el árbol que me mira para que siga existiendo en el invierno.