Blanco
como dijera el poeta que es la ceguera
mudo
el silencio que es la suma de las voces
aire
beberlo en una copa cuando has llegado.
de-ciencia poiética
Blanco
como dijera el poeta que es la ceguera
mudo
el silencio que es la suma de las voces
aire
beberlo en una copa cuando has llegado.
El árbol se aparece
el árbol tenaz e ignorado
Le devuelvo la mirada como si fuera la primera vez
Recorro las nervaduras negras de sus ramas
que son letras pintadas por un pincel que tiembla
No respiro cuando veo sus hojas amarillas luchando contra la gravedad
que las llama
y ni lloran las hojas sólo quieren estar para darme su oro
Veo el suelo cubierto de vida que nunca fue muerte
y que huele a un tiempo de agua tibia y de piel limpia y labios escarchados
Ahí anda invisible la mirada que no observa
que sólo arma las cosas y las hace árbol
el árbol que me mira para que siga existiendo en el invierno.
Recuerdo cuando el barro se tragó mi caballito de goma
y al gran jefe indio
Pienso que la tierra me debe algo
que no moriré hasta que me devuelva lo perdido.
Despierto agarrándome a la tela de araña
sacudo las piernas como colas de sargantana sobre el vacío
noto termitas en mi vientre
ya no tengo a mano los alcalinos y mi madre no está
Imploro al señor que me saque de quicio.
1 EL ÁRBOL
Tiembla el árbol
Sus últimas hojas ríen en medio del aire
Aún cantan juntas la balada del otoño
El viento silba
Cierran los ojos y guardan para siempre
la otra primavera.
2 EL PÁJARO
Un pájaro me mira
Su pico abierto muestra el abismo de su cuerpo
Allí vive el silencio
La casa de los cantos
La fábrica del aire que hace sus caminos
En su quietud enseña el misterio: el vuelo
Abre y cierra el pico y así construye el principio de los signos
Su buche tiembla y sus ojos
leen con amor este poema que yo escucho.
Ha muerto Misstere
La encontraron tumbada sobre el lado derecho junto a la mesilla de noche donde aún temblaban las páginas de su manual
de autoayuda del que eran coautoras una gastroenteróloga que hablaba de la flora y del amor y una psicóloga subida de tono que veía crecer el cerebro
el suyo
en una maceta abonada con heces perdonadas de irreprochables humanos
Espero que tu muerte nos alumbre
que el signo de tu cuerpo en el último momento antes de su muerte nos de pistas de como vivir para morir en condiciones
y de como sobrevivir mientras nos llega esa hora a las listas de lo más vendido.
He visto moverse una mancha oscura que parecía reptar bajo la cama de Misstere
debe de ser la cucaracha de la casa
o el ratón imaginario que la atormentaba silenciosamente y del que nunca habló en sus ensayos
ni en los premítines de su partido en las campañas porque nunca quiso saber que ese ratón era lo único que armaba todo su ser dentro y fuera de la materia y el ardor
o serían los pelos inconclusos
mortecinos y ovillados de su desgaste natural
pobre Misstere
o tal vez la mancha negra fuera su alma de niña en pecado mortal
o el dolor no examinado en los microscopios del instagram
en el espejo donde cada mañana reventaba sus granos negros
o un petit crime incrustado en la hostia clavado en la vera cruz
Misstere
Misstere
¿qué nos dirías si aplicando los conocimientos de la Cábala que tanto estudiamos aquellos sábados oscuros cuando no éramos nadie y el mundo aún no existía sino en el deseo
esclareciéramos el sentido profundo de ese libro mortal que yace junto a ti
y nos dijera que un día
a pesar de nuestra miseria individual y colectiva
fuimos un número determinado entre los azares del polvo?
Siempre estaba atento a la voz que le dictaba
para escribir las palabras que luego eran ya suyas
con su afilada pluma
sus hojas blancas
la tarde
las horas
el silencio
y cuando se secaba la plumilla tentaba el tintero
y a veces no acertaba a clavarla en el vientre de la tinta
y tentaba el aire limpio de las afueras
y así escribía unos versos entonces transparentes
y al leerlos despacio se admiraba de ellos
y de la voz muda que los dictó en silencio
y los hacía suyos su memoria
y poco a poco en su taller los llevaba a ser pinturas con signos de colores
y esculturas de hierro y aire
y notas cantadas por pájaros en selvas inacabables
y rezos de monjas ensimismadas y místicas
aquellas palabras invisibles que al tentar el vacío del tintero eran llegadas
llenaban las estanterías que amueblaban los sueños.