Fui a pescar.
Sentado en una roca escuchaba lo que el mar me decía.
Pasó despacio una nube con cuerpo de sirena,
y entonces comprendí que no existían los peces.
Sólo el mar,
sólo el océano.
Cerré los ojos,
y es que el runrún de las olas me hizo suyo.
Soñé que del mar brotaba una caña que me arrastraba dentro.
Esta es mi casa, pensé, porque en las aguas respiraba, hablaba y veía.
Era una casa azul con oscuridades y fondos sin final que quería conocer.
Entonces, desperté.
Miré mis manos, toqué mi pecho,
¿soy yo mi cuerpo? .
Y sólo era agua lo que era.
Hay un cuento, poco leído, de los hermanos Grimm, que habla de un hombre que quiere saber lo que es el miedo pero nadie sabe cómo enseñárselo, ya que el hombre es un poco tonto y desconoce lo que otros saben sólo por ser conscientes. Al final, después de muchos intentos fallidos de enseñarle lo que es el miedo, una doncella le arroja mientras duerme un balde de agua fría con gobios, y entonces, sobresaltado, despierta sabiendo lo que es el miedo. Los sueños son también caminos de conocimiento, como en tu historia, del hombre que aprende que era agua lo que era, y no cuerpo, como creen los hombres que son sólo conscientes y no terminan de ver. Gracias por compartirlo.
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