Fieramente se miraron
ojos contra ojos
fuego contra fuego y negro contra negro
al principio sólo fue oscuridad
la luz se había conjurado para no estar para dejar a solas las miradas
luego los rostros se hicieron blancos
los labios rojos las manos cubiertas de espesura de melaza del agua de los cuerpos
aquello era una gota de luz
no se oía nada solo la mirada respiraba como un animal cansado
la mirada que era sólo una devoró los cuerpos
el animus el anima quedaban dando vueltas cada vez más desbocados sin apenas nombre ni nada que nombrar
con la trayectoria del planeta cuando llegara la tarde
las últimas señales se habrían borrado
sólo quedaba ya despedirse tocándose la cara con los dedos
alejándose para siempre.
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