Mira
lo que mis ojos ven desde la calma:
la ciudad y sus murallas, párpados de piedra;
escucho todos los silencios cantados para mi,
el grillo del verano, el pájaro de los tiempos,
el roce gastado de las horas cuando llegan
a la orilla del mar que me rodea;
me envuelve la blanca soledad,
la página posible donde los signos se crean
y el mundo nace cada día como una flor de primavera
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