Había sitios por donde no pasaban las ratas
esos sitios los tenía muy pillados
podría hacer un mapa de memoria
seguir los rastros limpios
llegar hasta donde yo sabía
era enorme aquella ciudad vieja
las paredes roñosas
las puertas oscuras de las iglesias olían a sudor
a dolor
a pena
a desesperación
sabía donde no había pobres que temer
me sabía de memoria las calles seguras
ni ratas ni pobres
era todo un laberinto
en realidad todo estaba mezclado: la vida era una pelota blanda donde se amasaba un plasma de esperanza y de miedo
una mezcla inclasificable
un día era bueno
y el otro mejor no estar o estar muy lejos.
Creo que este poema encierra el algoritmo de una vida en una ciudad hoy aniquilada.
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