Nada se puede hacer con el corazón ennegrecido
lávalo en agua de lluvia
lávalo en tus lágrimas
si tus manos de tan oscuras estuvieran ciegas
lávalas primero en agua de lluvia
lávalas en tus lágrimas
limpio el corazón ennegrecido
haz un pan y multiplícalo
pues en cada segundo de tu tiempo se esconden miles de bocas hambrientas.
San Agustín hablaba de que "sólo los limpios de corazón pueden ver". Son los bienaventurados, los que se hallan más próximos a la Luz. Es el prisionero que atraviesa la luz del fuego porque ha intuido (todavía no puede entender) que ella es una mera copia de la que está al otro lado. Pero es verdad que no hay que descuidar el agua con la que se lava. Muy bueno.
ResponderEliminar...tampoco hay que descuidar a esas miles de bocas hambrientas, no sea que les de por pedir cuentas.
EliminarGracias, David, por tu luminosa lectura.