Qué hacía aquel loco medio en cueros
manchado de sangre y atravesado su pecho de señorito
por una lanza
mirando sin saber a donde
perdido en el mundo
diciéndole a su amada
no me toques
como si ni él mismo creyera haber resucitado de entre los muertos
como si tanta luz que de repente había
y el mismo rostro inmaculado de la amada
espantasen la agonía dulce de la liberación,
y le asustase pisar el mundo nuevo
tanto que los pájaros se olvidaron de sus cantos
y le enseñaron a deletrear el silencio
con sus picos.
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