Ya podemos escuchar la versión de Lang Lang de las Variaciones Goldberg.
Me he permitidos divagar, con los ojos entornados, mientras iban llegando cosas por las vías nerviosas, arrastradas por las notas.
Pónganse la música. Si no, no hay manera.
ESCUCHO A LANG LANG
Escucho a lang lang
tocar en su piano de juguete
que le compraron en la tienda de los chinos
las variaciones goldberg
escucho la inocencia del agua
el roce del babero de un niño inocente
encerrado solo en la agonía de la tarde de un domingo
mirándose en el brillo de las teclas de plástico
entre regaliz y regaliz
llevándose a la boca el dolor con los labios abiertos
escucho como llegan los pasos de su madre
que se fue llorando una tarde
y volvió con el rimel corrido y una risa nueva
que se paró llevándose la mano a la boca
mirando al cielo y cogiendo con los dedos
el susurro cada vez más cerca del incendio final
que el corazón del niño hacía subir al aire
escucho el silencioso oído
de glenn subido desde siempre
a la silla del padre
llorando ahora que está ya muerto por la música que sigue bailando entre los santos y los pobres
escucho que me dice
qué ojo hay que abrir
qué ojos hay que cerrar
para sin ser abrirse
como una matriz enamorada a la tormenta que una noche
despertó a bach cuando
preso de un trance pensó que había olvidado
el nombre de sus hijos
escucho las variaciones
ahora lang lang está subido en lo más alto de la escalera
y yo levanto las manos atontado
creyendo que así podré evitar la caída.
Me quedo, sin dudarlo, con la ridícula silla del niño Glenn.
ResponderEliminarLang Lang me suena a versión de la canción de Masiel y a flores para perfume japonés.
Excelente poema.
Gracias por tu comentario.
EliminarYo también me quedo con la misma silla. Y con la misma pasión.
Es en los lugares silenciosos, de aparente cotidianidad, donde el ingenuo libera a los muertos, casi siempre mediante el tacto, o el contacto de cuanto tiene a su alcance. Inspirador y hermoso poema. Gracias
ResponderEliminarGracias por tu comentario. El tacto, el silencio.
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