lunes, 10 de agosto de 2020

SANTO








 


A ver si hoy me persigue con tesón

la furia de los santos,

a ver si de una vez me alcanza,

me abate, me hace claudicar aunque tenga que gritar

cobardemente y pedir auxilio

patas arriba, braceando, agarrando por el cuello

a quien me quiera hincar el diente desde los reinos de la beatitud y la bondad


no busco el milagro de los buenos,

ni la dulce mirada solidaria de los justos,

busco la fiera dentellada de lo santos

que vivieron de espaldas a la casa paterna, en la lejanía,

en la indiferencia histérica

de las cuevas y de los desiertos,

en los estercoleros abandonados

donde vivió mi amigo Job

cuando era el hazmerreir de los que habían sobrevivido

a las pandemias de la verdad y de la luz


a ver si hoy al levantarme

me noto preso,

descubro una argolla de hierro

en las patas de mi cama,

unos clavos que me claven donde manará la sangre

fuera de las lógicas de las necesidades,

en pleno centro de la sombra

donde una vez se posó el caos

el mismo día, o la misma noche, que salimos de la nada

y vimos como los santos

quemaban el ábaco y la lira

y hacían aspavientos a los reflejos de la verdad,

esa palabra aciaga que ardorosamente hundimos en un hoyo,

de donde nacieron las ciudades,

el mismo día de nuestra marcha


A ver si hoy me da la mano

la bondad extrema, y no me pide cuentas,

y me la llevo a comer y a dormir,

y nos contamos cuentos inventados

per secula seculorum.

Amen




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