lunes, 10 de agosto de 2020

CAMINANTE







 



Descansaba en las sombras.

De una a otra caminaba sumergido en la luz,

una luz atravesada por un blanco salido del fuego.

La luz era tan viva que casi disolvía su cuerpo,

que se convertía en un despojo oscuro

parecido a un papel quemado,

a veces se parecía más al humo

o a una brizna de polvo puesta en evidencia por un rayo de sol


Llegaba a la sombra

siendo casi inexistente,

pero el agua fresca le devolvía el cuerpo:

si hubiera tenido un espejo delante

podría haberse reconocido y decir su nombre,

ese soy yo


Vuelto al camino,

la luz era tan grande

que hubo momentos en que el caminante

se convertía en un solo punto de esa luz

y parecía no existir ya más,

era ya un ser borrado para los ojos,

pero él viajaba en ese éxtasis porque seguía existiendo

aunque sólo fuese un poco de luz en la gran luz que le quemaba,

y su mirada vigilaba el camino de tierra

que le llevaba a la otra sombra,

al agua, al renacer


No tenía casa,

vivía en el camino,

entre el cuerpo tangible de las sombras

y la disolución de la luz,

rodeado por un fuego

que no aprendió a nombrar



No hay comentarios:

Publicar un comentario