Los cowboys habían dejado sus revólveres en los brazos abiertos de un sillón
Dormían los cowboys
Un día entero para dormir
Estaban cansados y parecían estatuas de barro derrumbadas
Les sangraban los dedos pero aún así dormían
Nadie sabe de sus sueños si es que sueñan los cowboys
Afuera el día seguía su camino tras el sol
Unas señoritas compraban azúcar y harina para hacer pasteles
Un ratón roía las botas de un pobre que yacía muerto o borracho en un sinfín invisible
Una vieja que había sido prostituta rezaba en una iglesia que parecía la caverna de Platón
Con los brazos en cruz mascullaba sílabas que mejoraban los cuatro evangelios
Eran sílabas como gemidos
Como lloros sincopados
Como retruécanos capaces de hacer volar el mundo a pedazos
Para bien.
Mañana despertarán los cowboys
Comerán pasteles
Besarán a su madre
Enterrarán al muerto después de lavarle al menos los pies
Tirarán las botas roídas de trabajos al estercolero.
Dispararán a un árbol y no sabrán dónde ir antes de escuchar la orden del patrón.

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