miércoles, 2 de noviembre de 2022

MAÑANA DE DOMINGO

 





Tenía que estar en casa a las dos en punto de la tarde

La hora de comer es sagrada

Esa hora cuando cae la luz torcida en el centro de la mesa

Con los platos y vasos ya dispuestos y el agua en una jarra de cristal temblando aún desde su oscuridad perdida


Sentado en un banco de la calle a mediodía

Solo

Mirando a nadie que le mira cerrando los párpados y los puños para defenderse

Espera y ya sabe que huelen la soledad la rutina y el miedo

Huelen a niño pequeño y toma conciencia de que lleva puesto el traje de dos piezas y sabe que su sudor ya huele a hombre


Cuando llegan a él ya está esperándolos en pie

La mañana ha sido fresca pero ahora los pájaros ya pregonan el viento dulce de la tarde

Las hojas se estremecen porque la vida ha vuelto

Les sigue como a capitanes por las calles que dan a la avenida grande y luminosa

Un coche negro a punto está de atropellar a una paloma

Algo de agua que ha limpiado la calle salta como un hisopo bendito a sus pies


El día va abriéndose camino con tal de seguir a los que van delante

Solo siendo sin ver ni verse demasiado

Unas niñas que saltan en un charquito de instante perfumado y de una luz amarilla que cayó de los plátanos ventosos

Se cruzan

Es la hora de volver


¿Con cuántos talentos regresa el chico a casa?

¿Alguien notará el ruido extraño de su pecho

El roce de su corazón dispuesto a abrirse a partirse?







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