la piedra, las piedras,
las pobres piedras, unas junto a otras,
las piedras, los guijarros
que viven en el suelo, en lo bajo,
en lo más bajo,
las piedras duras como el tiempo,
hechas para ser pisadas,
para marcar los pasos con dolor,
las piedras, húmedas en la mañana,
depósitos de luz cuando la lluvia,
hermosas reverberaciones y relámpagos cuando el cielo las besa;
las piedras, hablan,
¿qué dicen las piedras?
te hablan a ti,
me hablan a mi,
dicen que me esperan,
te esperan las piedras;
písalas con la compasión de un compañero,
porque penáis en la misma celda,
paseáis por el mismo patio,
las piedras comen tu mismo rancho;
míralas correr cuando las empuja la tempestad,
las oigo llorar,
llamar su madre,
a su padre,
las piedras gritan;
cuando las pisas, callan
porque saben que están hechas para ser suelo,
para sostener los mundos,
para ser el camino que desde el principio va al final;
las piedras susurran como un sonajero cuando no terminas de salir de la cuna,
te cantan, te adormecen;
las piedras, lo de más abajo,
si coges una y la tiras al agua
verás como escribe círculos, que son los nuevos mundos
donde vivir ya para siempre.
Será porque pisamos las piedras por lo que contemplamos el cielo, y lo llenamos de dioses y de luces. Pero es a ellas a quienes debemos el camino, y el caminar. El principio y el final. Hermoso poema.
ResponderEliminar