Ha muerto Misstere
La encontraron tumbada sobre el lado derecho junto a la mesilla de noche donde aún temblaban las páginas de su manual
de autoayuda del que eran coautoras una gastroenteróloga que hablaba de la flora y del amor y una psicóloga subida de tono que veía crecer el cerebro
el suyo
en una maceta abonada con heces perdonadas de irreprochables humanos
Espero que tu muerte nos alumbre
que el signo de tu cuerpo en el último momento antes de su muerte nos de pistas de como vivir para morir en condiciones
y de como sobrevivir mientras nos llega esa hora a las listas de lo más vendido.
He visto moverse una mancha oscura que parecía reptar bajo la cama de Misstere
debe de ser la cucaracha de la casa
o el ratón imaginario que la atormentaba silenciosamente y del que nunca habló en sus ensayos
ni en los premítines de su partido en las campañas porque nunca quiso saber que ese ratón era lo único que armaba todo su ser dentro y fuera de la materia y el ardor
o serían los pelos inconclusos
mortecinos y ovillados de su desgaste natural
pobre Misstere
o tal vez la mancha negra fuera su alma de niña en pecado mortal
o el dolor no examinado en los microscopios del instagram
en el espejo donde cada mañana reventaba sus granos negros
o un petit crime incrustado en la hostia clavado en la vera cruz
Misstere
Misstere
¿qué nos dirías si aplicando los conocimientos de la Cábala que tanto estudiamos aquellos sábados oscuros cuando no éramos nadie y el mundo aún no existía sino en el deseo
esclareciéramos el sentido profundo de ese libro mortal que yace junto a ti
y nos dijera que un día
a pesar de nuestra miseria individual y colectiva
fuimos un número determinado entre los azares del polvo?
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