Fui a pescar.
Sentado en una roca escuchaba lo que el mar me decía.
Pasó despacio una nube con cuerpo de sirena,
y entonces comprendí que no existían los peces.
Sólo el mar,
sólo el océano.
Cerré los ojos,
y es que el runrún de las olas me hizo suyo.
Soñé que del mar brotaba una caña que me arrastraba dentro.
Esta es mi casa, pensé, porque en las aguas respiraba, hablaba y veía.
Era una casa azul con oscuridades y fondos sin final que quería conocer.
Entonces, desperté.
Miré mis manos, toqué mi pecho,
¿soy yo mi cuerpo? .
Y sólo era agua lo que era.