Se puso el traje de fiesta.
Sentado bajo la mejor palmera del verano
estiraba las piernas que eran como dos raíces buscando el agua.
A ras de la tierra
vestido de fiesta
recordaba la sombra de un verano cuando su piel olía a la sal y al agua más limpias que pueda imaginarse.
Cerraba los ojos y escuchaba cantar al aire
que le decía al oído cosas hermosas que nunca acabarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario